El segundo semestre de 2025 pinta sombrío para Venezuela
La economía venezolana entra en una nueva etapa de incertidumbre y desequilibrio en la segunda mitad de 2025, con indicadores que anticipan un cierre de año marcado por alta inflación, contracción del PIB y una profunda escasez de divisas. Las decisiones del régimen, sumadas a las sanciones internacionales, han minado aún más la frágil estructura económica del país.
Durante los primeros seis meses del año, ocurrieron eventos que sacudieron los cimientos del aparato productivo nacional: salida de gigantes petroleros como Chevron, Repsol y Reliance, aranceles impuestos por EE.UU. a países que comercien crudo venezolano, y una política de “bolivarización forzada” que hizo desaparecer al dólar paralelo.
Estos elementos configuran un escenario sombrío para los próximos meses, donde la incertidumbre reina entre analistas, empresarios y ciudadanos.
Expertos alertan sobre una caída inminente
En entrevista con Banca y Negocios, los economistas Víctor Álvarez y Douglas Becerra advirtieron que la salida de empresas petroleras extranjeras y la reactivación de sanciones colocan a Venezuela en un terreno resbaladizo. Álvarez, exministro y actual director de Pedagogía Económica, asegura que:
“Sin reservas, ni financiamiento externo, el régimen no tiene margen para estabilizar el dólar ni frenar la inflación.”
Además, las cifras oficiales se contradicen. Mientras el Banco Central de Venezuela (BCV) anunció un crecimiento del PIB del 9,3% en el primer trimestre, el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) reportó una contracción del 2,7% y la UCAB prevé una caída para el cierre de año.
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Pdvsa bajo presión y sin socios internacionales
Uno de los focos más críticos está en el área petrolera. El retiro de Chevron de sus empresas mixtas, que aportaban el 25% del crudo producido, amenaza con reducir la producción a 750.000 barriles diarios. Sin socios ni nuevos mercados, Pdvsa no tiene capacidad de sostener las operaciones actuales.
El dólar también entra en escena: al reducirse la oferta de divisas, por la imposibilidad de vender petróleo a precio de mercado, el BCV pierde poder para controlar el tipo de cambio, lo que a su vez se traduce en un aumento de los precios internos.
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Inflación sin freno y salarios congelados
Álvarez apunta que la inflación acumulada en mayo ya superó el 100%, con una tasa anualizada de 229%. Para diciembre, el OVF estima una inflación de hasta 200%, mientras que la UCAB la eleva al 220%.
El tipo de cambio oficial, según cálculos independientes, podría llegar a 175 bolívares por dólar a finales de año. Todo esto se traduce en un poder adquisitivo aún más erosionado y en una reducción del consumo de hasta 33%, según expertos como Becerra.
El BCV emite dinero sin respaldo
Ante la falta de ingresos petroleros y fiscales, el régimen se ha volcado a imprimir dinero, financiando el gasto público con emisión monetaria sin respaldo. Esto genera hiperinflación y deteriora aún más la moneda nacional.
“La creación excesiva de bolívares sin respaldo productivo es uno de los principales motores de la inflación”, advierte Álvarez.
Esto, sumado a tasas de interés reales negativas, desincentiva el ahorro en bolívares y acelera la demanda de dólares, exacerbando el ciclo inflacionario.
Consumo reducido y caída del crédito
Según el economista Douglas Becerra, la economía venezolana podría contraerse hasta un 3% al cierre de 2025. A pesar de cifras optimistas del BCV, la realidad en las calles es otra: comercios vacíos, menor poder adquisitivo y una contracción progresiva del consumo interno.
Además, el crédito sigue paralizado por un encaje legal que impide a la banca prestar recursos. Esto ahoga aún más la actividad económica, afectando tanto a consumidores como a empresarios.
Una economía sin rumbo claro
Para cerrar el análisis, Álvarez sostiene que el segundo semestre traerá consigo inflación galopante, mayor devaluación, y dificultades crecientes en la producción petrolera.
“Venezuela se encuentra atrapada en una espiral de desequilibrios, con un régimen que ha perdido capacidad de maniobra”, sentencia el economista.
Becerra, por su parte, destaca que el modelo económico actual parece aspirar más a un modelo chino, pragmático, que a uno estatista como el cubano, pero advierte que sin infraestructura, ni inversión ni apertura comercial, cualquier imitación está condenada al fracaso.
Con información de:
Banca y Negocios – www.bancaynegocios.com
DW – www.dw.com