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En estos días que se ha puesto de moda (aún más) la vulgaridad, la falta de pudor, la chabacanería y demás antivalores, confieso que he preferido guardar silencio, porque como me enseñó mi padre, no de todo hay que comentar y cuando se dice algo, debe hacerse siempre con cabeza fría, responsabilidad y cuidado.
Se hizo tendencia por varios días en el ámbito nacional el gentusismo y la ordinariez en su máximo esplendor, cuando dos personas públicas y “adultas” en medios de comunicación y redes hicieron festín de información privada que ha debido quedar en ese ámbito, dando permiso tácito a todo ser humano que comentara y sacara provecho y lo más bajo de cada quien estaba por verse.
Muchos dicen que los tiempos cambian, que hay que avanzar, pero cuando se trata de valores y moral, creo que muchos se equivocan cuando creen que el festín de vulgaridad y falta de pudor que presenciamos en el país y en el mundo, es progreso o “cambios de tiempos”.
Voltear la cabeza y hacerse los desentendidos viendo para otros lados, ha sido uno de los grandes elementos que ha hecho un considerable daño. Los problemas no se desaparecen solos, hay que enfrentarlos, con firmeza, con amor y con determinación, pero siempre enfrentarlos.
Esto, como tantos otros problemas que tenemos en sociedad y creen de forma preocupante (como el cyber bullying) empiezan en casa, no solo con los ejemplos de papá y mamá, sino con la educación y formación que recibe cada individuo. Y sí, de adulto aún se puede corregir la terrible educación y ejemplos que hayamos podido recibir. Escudarse en la mediocridad no es jamás opción.
Y no se trata de que sea yo pacata, mojigata y las “ofensas” que quieran decirme, es que cosas del ámbito privado deben quedar ahí, y de repente se volvió normal que se comparten conversaciones privadas entre terceros y en redes sociales con todo detalle, que las intimidades de una pareja terminen en primera plana de un diario, que lo que hacen dos en una habitación sean conversación de un país o que tenga que enterarse uno de qué posición sexual prefiere fulano o que mañas tiene zutana.
Desvelar cosas privadas es solo de gentuza miserable y maleducada. Esos mismos que a usted le cuentan la intimidad de otros, hará lo mismo con usted y terceros. Es solo cuestión de tiempo…
Estos hábitos horrendos que tienen muchos por desgracia, se detienen cuando uno así lo decide. A mi han querido contarme cosas de otros o hacerme partícipe de conversaciones e ipso facto detengo a mi interlocutor. No me interesa, no lo solicité saber. Y ahí termina lo que puede terminar en una desgracia, en la vulneración de la intimidad de alguien o en algo peor.
Para muchos es un placer culposo, saciar el morbo. Para mi es inmundo sin más.
Sé que lo mío es una eterna utopía en mi mundo ideal, pero ojalá, así como rápido desprestigian y difaman a gente sin pruebas, solo con suposiciones y maldad pura y dura, así como corren a verificar el último chisme, así como están prestos a destrozar a la primera persona que cometa el pecado de ser persona, equivocarse y fallar por consecuencia, ojalá que así mismo pusiéramos de moda los modales que se perdieron totalmente, y no hablar del plano digital que ya repugna de lo putrefacto.
Ojalá así de ligeros fuéramos en ayudar a quien está en desgracia, en lugar de correr a grabarlo para subirlo a redes sociales, o que así mismo a la primera que se nos dé la oportunidad procuremos mordernos la lengua a la hora de contar intimidades, especialmente en momentos de desgracia para hacer leña del árbol caído.
Pongamos los valores, y si se puede la humanidad también.
¡Hasta la semana que viene!