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Yo nunca me consideré gay, por lo que nunca sentí la necesidad de reivindicar una lucha como la del Orgullo LGBT.
Sin embargo, luego de investigar a profundidad desde hace años sobre cómo se dio origen a esta celebración, por qué justamente en junio y todos los aspectos que forman parte de esta movida, voy entendiendo un poco mejor la necesidad que tienen muchos individuos en participar activamente en cada manifestación posible.
Mis primeros contactos con gente no heterosexual se dieron al comenzar la universidad. Viajar a la ciudad (Caracas) a diario, pasar el día entero en el campus, conocer gente nueva y dejar esa burbuja de sobreprotección que se vivía en el pueblo donde crecí, sirvieron para abrirme los ojos de sopetón.
En estos casi 10 años desde mi primer contacto sutil con el mundo queer, he pasado por un proceso constante de cambio y autoaceptación, que me ha llevado a entender varios aspectos de mi vida. Pero, todo este proceso de aprendizaje también me acerca constantemente a la individualidad, cualidad sin la que no es posible luchar por nada en este mundo.
La comunidad LGBT, como conjunto de individuos organizados ha logrado, tanto en América como en Europa, que cada persona no heterosexual sea considerada como un ciudadano más y que se respeten sus derechos fundamentales: vida, libertad y propiedad. Y estos avances, aunque algunos no quieran aceptarlo, se consiguieron con ayuda de las personas heterosexuales.
Algo que muchos se enfrascan en ignorar, es que tanto las libertades civiles como las libertades económicas forman parte de un mismo concepto: La Libertad, a secas. Por eso, ni son dos conceptos que se excluyan, ni funciona alguno sin el complemento del otro.
Un requisito indispensable para que a todos les sean respetados sus derechos individuales debe ser entender que cada individuo es distinto en sus características, en sus cualidades, en sus deseos, en sus aspiraciones.
Una vez cumplido esto, se comprenderá lo que se ha logrado en muchos contextos y se podrá priorizar lo que nos falta.
También es necesario entender que La Libertad no es un bien único y estático que se conquista una vez, sino que hay que vigilarlo constantemente y defenderlo cuando peligra.
Por último, me gustaría hacer referencia a la idea errónea de que si alguien se identifica con la comunidad LGBT esa persona necesariamente es de izquierda.
Si bien el afán de colectivizar cualquier causa y hacerla el fin último de la acción estatal es repudiable, cada individuo debe tener la libertad de asociarse con quienes consideran oportuno, y la sexualidad poco tiene que ver con la ideología.