Una organización transnacional de explotación sexual operaba con mujeres venezolanas en Centroamérica
En un nuevo golpe al crimen organizado, las autoridades de Costa Rica lograron desarticular una red internacional de trata de personas vinculada al Tren de Aragua, la poderosa organización criminal nacida en Venezuela que se ha extendido por varios países de América Latina.
La banda desmantelada se dedicaba a captar mujeres en Venezuela con la promesa de una vida mejor en el extranjero. Cubrían sus gastos de traslado hasta Costa Rica, pero al llegar eran obligadas a prostituirse para “pagar la deuda”, bajo amenazas, maltratos y confinamientos.
La Fiscalía costarricense, en coordinación con el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), ejecutó siete allanamientos simultáneos en distintos puntos del país, incluyendo dos hoteles donde las víctimas eran obligadas a prestar servicios sexuales. En el operativo fueron detenidas 10 personas, entre ellas ocho venezolanos, un ecuatoriano y una mujer nicaragüense.
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El Tren de Aragua exporta su violencia a Centroamérica
La estructura delictiva descubierta en Costa Rica guarda similitudes con los patrones operativos del Tren de Aragua en Chile, Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia, lo que refuerza las sospechas de que esta organización opera a gran escala como una mafia transnacional.
Según los fiscales, los criminales trasladaban a las víctimas en vehículos hasta los lugares donde eran explotadas sexualmente, y luego las confinaban en hoteles o viviendas donde no podían comunicarse con sus familias. Algunas de las mujeres eran castigadas con “multas” por cualquier conducta que los captores consideraban inadecuada, lo que aumentaba la supuesta deuda y hacía prácticamente imposible su liberación.
El método también incluía anuncios de servicios sexuales en internet, coordinados por otros miembros de la banda, quienes fijaban citas y dirigían los traslados.
“Este grupo operaba bajo los mismos esquemas del Tren de Aragua en otros países, lo cual nos indica que estamos ante una red criminal bien organizada y estructurada”, explicó un vocero del OIJ.
Violencia, extorsión y muerte: los tentáculos del Tren de Aragua
Durante el operativo, las autoridades incautaron celulares, laptops, dinero en efectivo, un arma de fuego, dos vehículos y una motocicleta. Más alarmante aún, se supo que cuatro de los capturados están implicados en homicidios cometidos en un bar en San José el pasado 20 de noviembre, donde murieron dos ciudadanos venezolanos y un ecuatoriano resultó herido. Se presume que se trató de una disputa interna por el control del negocio de trata.
Esta organización criminal, creada en cárceles venezolanas bajo la complicidad del régimen chavista, ha crecido exponencialmente en los últimos años, aprovechando la migración forzada de venezolanos, que huyen de la crisis humanitaria para buscar oportunidades en otros países. Muchos caen en redes de tráfico humano, explotación laboral o esclavitud sexual.
Un fenómeno que se extiende por América Latina
De acuerdo con reportes del medio internacional Infobae, el Tren de Aragua opera bajo una lógica de franquicia criminal, replicando sus métodos de control, violencia y terror en cada país donde se establece.
Organizaciones como Amnistía Internacional y el Observatorio de Crimen Organizado han advertido que esta banda ha penetrado estructuras institucionales y aprovecha las fallas migratorias, la corrupción local y la falta de coordinación policial entre países para consolidar su expansión.
Puedes consultar también el informe de Insight Crime sobre el Tren de Aragua para entender la magnitud de sus operaciones transnacionales.
El silencio cómplice del régimen venezolano
Mientras las autoridades extranjeras luchan contra esta red de explotación impulsada por criminales venezolanos, el régimen de Nicolás Maduro guarda silencio. En lugar de colaborar con investigaciones o desarticular estas mafias desde su origen, el chavismo niega la existencia de estas bandas y permite su proliferación, ya sea por incapacidad o complicidad.
La falta de justicia en Venezuela, donde los cuerpos policiales y militares muchas veces son parte del mismo aparato criminal, obliga a que los esfuerzos recaigan en gobiernos extranjeros. Costa Rica, en este caso, actuó con rapidez, pero la amenaza sigue latente en toda la región.
Conclusión
La operación ejecutada en Costa Rica desenmascara nuevamente el alcance del Tren de Aragua y la vulnerabilidad de miles de mujeres venezolanas que, desesperadas por escapar de la miseria impuesta por el régimen chavista, terminan atrapadas en redes de trata.
Aunque este golpe representa un avance importante en la lucha contra la explotación sexual y la criminalidad transnacional, es solo una pequeña victoria en una guerra que se libra a diario en toda América Latina.
Combatir al Tren de Aragua requiere voluntad política, cooperación internacional real y, sobre todo, enfrentar de raíz las condiciones que alimentan su poder: el colapso del Estado de derecho en Venezuela y la impunidad institucionalizada.