Tras recuperar su libertad mientras avanza en segunda instancia el fallo que lo condenó a 12 años de prisión domiciliaria, el expresidente Álvaro Uribe Vélez declaró que “Maduro es un blanco legítimo de Estados Unidos”. Estas palabras resuenan como un llamado firme ante la comunidad internacional y refuerzan una narrativa de justicia y soberanía regional.
Desde su retorno a la vida pública, Uribe no ha vacilado en calificar al régimen de Maduro como un “usurpador” y “cabecilla de un grupo narco-terrorista”. Sostiene que el premio de 50 millones de dólares por su captura no es un ataque infundado, sino una respuesta legítima a sus actividades ilícitas.
Maduro como blanco legítimo de Estados Unidos
Uribe subrayó: “El ultimátum de Estados Unidos a Maduro no es el anuncio de un ataque al Estado venezolano ni al pueblo venezolano. Es el anuncio de una acción de justicia para, ojalá, poner preso cuanto antes al cabecilla de un grupo narcoterrorista.” Según él, esta medida responde directamente al robo electoral y la usurpación de poder cometidos por Maduro hace más de un año.
Destacó que si Maduro resulta “un blanco legítimo de Estados Unidos”, es —asegura— porque ha quebrantado toda legitimidad democrática. “Él perdió las elecciones y se las robó”, afirmó, al tiempo que cuestionó: “¿Cuál es la razón para defenderlo? ¿Por qué exponer la vida de soldados colombianos en esa zona?”
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La figura de Uribe ha sido determinante en la política colombiana de las últimas décadas. Admirado en círculos conservadores por su enfoque de mano firme contra el terrorismo y el narcotráfico, hoy aporta su voz a un escenario regional convulso. Para estos sectores, el concepto de Maduro como “blanco legítimo de Estados Unidos” representa una reivindicación de la justicia frente al autoritarismo y al narcotráfico.
Expertos aliados a posiciones derechistas han aplaudido la postura del expresidente, interpretándola como un recordatorio de la necesidad de respaldar la legalidad internacional sobre la impunidad política.
¿Por qué “blanco legítimo de Estados Unidos” resuena en la agenda regional?
Ese término no solo pinta una imagen de dureza diplomática, sino que busca legitimar una estrategia internacional centrada en rendición de cuentas, no en agresión. Para quien lo defiende, no se trata de una escalada bélica, sino de una exigencia de justicia y transparencia democrática.
Implicaciones regionales y balance final
Si bien el discurso de Uribe aporta claridad para un espectro político alineado con políticas de ley y orden, también agita debates sobre soberanía, intervención extranjera y regionalismo. La expresión “blanco legítimo de Estados Unidos” alcanza, así, una doble función: retórica estratégica para presión internacional y mensaje ideológico para su base electoral.
En última instancia, su uso contra el régimen de Maduro implica:
- Un respaldo explícito a sanciones y medidas judiciales internacionales.
- La construcción de una narrativa que une narcotráfico, autoritarismo y criminalidad política.
- Un llamado indirecto a gobiernos vecinos para que asuman una posición firme y coordinada.