Las recientes excarcelaciones en Venezuela han encendido un nuevo debate sobre el uso político del sistema judicial por parte del régimen de Maduro. El dirigente opositor Edmundo González Urrutia fue enfático al señalar que estas liberaciones no representan actos de justicia, sino que son el resultado directo de meses de presión internacional, principalmente desde Estados Unidos.
A través de sus redes sociales, el excandidato presidencial celebró la liberación de “algunos venezolanos y ciudadanos estadounidenses”, pero advirtió que el trasfondo de este suceso es alarmante: el régimen negocia con vidas humanas como si se tratara de rehenes. Para González, este comportamiento confirma que Venezuela está secuestrada por una estructura de poder que utiliza el chantaje y el miedo como método de control.
Las excarcelaciones en Venezuela: un síntoma de crisis institucional
El pronunciamiento de González evidencia cómo las excarcelaciones en Venezuela se han convertido en una herramienta política para obtener concesiones internacionales. A su juicio, este tipo de negociaciones no hacen más que ratificar que en Venezuela no existe un sistema judicial independiente, sino una maquinaria de represión administrada desde Miraflores.
“¿Por qué no fue liberada ni una sola mujer? ¿Qué pasó con la lista de presos políticos que supuestamente iban a soltar?”, se preguntó el político, lanzando una crítica abierta al manejo opaco y discrecional de las negociaciones entre Caracas y Washington.
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Mientras el régimen intenta vender estas liberaciones como gestos humanitarios o avances diplomáticos, la realidad apunta a que se trata de maniobras estratégicas para mantener el control interno y desbloquear sanciones internacionales.
Presión internacional, no justicia verdadera
El discurso del diplomático venezolano revela una verdad incómoda: las excarcelaciones en Venezuela son un síntoma más de la podredumbre institucional del país. González no dudó en afirmar que “el régimen reparte poder sobre la base del chantaje, la cárcel y el miedo”, y que ninguna liberación podrá ocultar esa realidad.
Estas acciones evidencian la falta de voluntad del régimen para aplicar verdaderos principios de justicia y derechos humanos, utilizando la vida de los presos políticos como moneda de cambio en un tablero geopolítico.
Diversas ONG, como Foro Penal, han denunciado que en el país aún permanecen más de 250 presos políticos, entre ellos militares, activistas y civiles detenidos sin debido proceso. Mientras tanto, los organismos internacionales siguen exigiendo la liberación total e incondicional de todos los prisioneros de conciencia.
¿Hacia una transición democrática o más represión selectiva?
El panorama es incierto. Aunque algunos sectores ven estas excarcelaciones como una posible apertura, la mayoría de los analistas coinciden en que se trata de un simple movimiento táctico del régimen para aliviar presiones sin ceder el poder real.
Edmundo González fue claro: “Eso se va a acabar. Venezuela será una república democrática, libre y aliada de las naciones que respetan los derechos humanos”. Su mensaje apunta a reforzar el compromiso opositor con una transición democrática, a pesar del cerco institucional que sigue imponiendo el chavismo.
Con información de:
El Cooperante














