La presencia militar en Venezuela vuelve a estar en el centro del debate internacional, luego de que el dictador Nicolás Maduro ordenara el despliegue de tropas en los estados caribeños del país, en respuesta a la creciente presión de Estados Unidos y al aumento de operaciones antidrogas en la región.
El ministro de Defensa del chavismo, Vladimir Padrino López, anunció que, por órdenes directas del régimen, se enviarán fuerzas y equipos militares a los estados Zulia, Falcón, Nueva Esparta, Sucre y Delta Amacuro, zonas estratégicas que, según él, representan “rutas utilizadas por el narcotráfico”. Esta medida ocurre en medio de un escenario de máxima tensión con Washington, luego de que el expresidente Donald Trump reforzara su línea dura contra los carteles que operan en el Caribe.
En un mensaje contundente, el vicepresidente estadounidense JD Vance declaró que el uso de la fuerza contra narcotraficantes es “el mejor destino para nuestras tropas”. Estas declaraciones fueron respaldadas por Trump, quien advirtió que cualquier aeronave venezolana que represente una amenaza contra fuerzas norteamericanas será derribada.
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El despliegue militar de Estados Unidos incluye ocho buques de guerra equipados con misiles, un submarino de propulsión nuclear y cazas F-35 ubicados en Puerto Rico. Según fuentes oficiales, esta es una de las mayores operaciones navales de las últimas décadas en la región.
En una acción reciente, fuerzas estadounidenses lanzaron un misil contra una embarcación sospechosa de transportar drogas. El ataque dejó 11 muertos, a quienes la Casa Blanca identificó como “narcoterroristas” vinculados al Tren de Aragua, una organización criminal con alcance internacional. Washington justificó la operación enmarcándola dentro de la legislación antiterrorista, lo que permite actuar fuera de sus fronteras contra grupos considerados amenazas globales.
El régimen de Maduro, por su parte, respondió con ejercicios militares internos y la activación de milicias ciudadanas. Maduro aseguró que Venezuela está en una “fase de lucha política y comunicacional”, pero que, de producirse un ataque, entrarán en una etapa de “lucha armada nacional”.
Maduro se atrinchera, pero la presión aumenta
El dictador venezolano afirmó que el pueblo está en proceso de “alistamiento y entrenamiento”, presentando estas acciones como medidas de defensa. Sin embargo, analistas consideran que el chavismo intenta mostrar músculo militar para ocultar la fragilidad interna del régimen y la pérdida de legitimidad ante la comunidad internacional.
Mientras tanto, Trump reiteró que su política de “mano dura” busca frenar tanto el tráfico de drogas como la inmigración ilegal. Además, acusó a Maduro de liberar criminales de las cárceles y enviarlos hacia la frontera con Estados Unidos, un señalamiento que incrementa la tensión bilateral.
Escenario geopolítico en transformación
El conflicto en torno a la presencia militar en Venezuela no solo implica a Estados Unidos y al régimen chavista, sino también a la seguridad regional. Organismos internacionales advierten que el avance del narcotráfico, unido a la participación del Cártel de los Soles, ha convertido a Venezuela en un actor central dentro del mapa criminal del continente.
La escalada militar también tiene un trasfondo político: Trump ha dejado claro que no busca un cambio de régimen inmediato, pero sí enviar un mensaje de fuerza contra quienes intenten desafiar la seguridad estadounidense en el Caribe.
La situación podría derivar en un punto crítico si persisten las provocaciones militares, especialmente después de que aviones venezolanos sobrevolaran un buque norteamericano en operaciones antidrogas. Trump respondió con firmeza: “Si nos ponen en una posición peligrosa, serán derribados”.
En conclusión, la presencia militar en Venezuela refleja la vulnerabilidad de un régimen que intenta resistir a la presión internacional mientras crece la amenaza de un conflicto mayor. Para Estados Unidos, el control del narcotráfico en el Caribe es un asunto de seguridad nacional, y Trump ha dejado claro que no dudará en actuar con la fuerza necesaria para defender sus intereses.