En medio de un clima político convulso, la muerte del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay sacude a Colombia y la región. A los 39 años, el senador del partido Centro Democrático pagó con su vida su compromiso con la democracia y la libertad. El ataque ocurrido el 7 de junio en un mitin en Bogotá —donde recibió tres disparos, dos en la cabeza y uno en la pierna— y su posterior fallecimiento el 11 de agosto en la Clínica Fundación Santa Fe, han despertado una ola de conmoción y llamados urgentes por reforzar la seguridad de figuras políticas y proteger nuestra democracia
El atentado fue a todas luces un acto de violencia política. Un menor de 14 años fue capturado como autor material, y la Fiscalía investiga una red criminal que financió el ataque con 20 millones de pesos (aprox. 4 800 USD). La noticia revela la persistente vulnerabilidad de los liderazgos democráticos frente a estructuras criminales, especialmente en contextos electorales tan polarizados.
María Corina Machado, líder opositora venezolana, expresó:
“Con profundo dolor le hago llegar mis oraciones y cariño al pueblo colombiano por la trágica partida del senador Miguel Uribe Turbay… Luchar por la libertad y la paz de Colombia y Venezuela es la mejor forma de honrar su memoria”.
Edmundo González, aliado político, recordó su encuentro en Madrid en 2024 y advirtió sobre el avance del autoritarismo:
“Es duro aceptar que la violencia política acabe con la vida de alguien que solo quería trabajar por una Colombia mejor”.
Además, líderes colombianos como Gustavo Petro, expresidentes Álvaro Uribe e Iván Duque, y figuras internacionales como Marco Rubio, condenaron el atentado y exigieron justicia.
Quizás le pueda interesar esta otra noticia:
Salario mínimo en Venezuela alcanza apenas 1 USDLa democracia exige valentía y vigilancia activa
La figura de Miguel Uribe Turbay se convierte en un emblema de resistencia frente a la violencia política que aún persiste en la región. Su legado impulsa una reflexión urgente sobre la necesidad de protección a quien defiende la democracia y libertad. Su muerte no solo enluta a Colombia, sino que representa una alerta a quienes creen que las ideas deben ser debatidas, no exterminadas con violencia.