Un discurso propagandista en medio del caos nacional
En un acto celebrado en Fuerte Tiuna, Caracas, el ministro de Defensa del régimen venezolano, Vladimir Padrino López, aseguró que Venezuela vive su mejor momento en materia de seguridad nacional. Durante la entrega de equipos y vehículos a comandos especiales de la Fuerza Armada y cuerpos policiales, Padrino afirmó que “el pueblo sabe que hemos alcanzado los mayores niveles de seguridad nacional”.
Acompañado del también alto funcionario del régimen, Diosdado Cabello, Padrino resaltó que estos recursos “garantizarán la operatividad” de las fuerzas especiales para el resguardo del país. La ceremonia se llevó a cabo en el patio de honor del complejo militar, rodeado de banderas, uniformados y una narrativa de supuesta “paz nacional”.
“Podemos decir que Venezuela hoy vive en paz, porque hay una garantía nacional de la revolución que permite la protección del pueblo en todos sus quehaceres”, dijo el ministro entre aplausos forzados.
La “muralla” contra el narcotráfico, según el régimen
En su discurso, Padrino también tocó el tema del narcotráfico, señalando que Venezuela ha logrado consolidarse como un “muro de contención efectivo y eficaz”. Aseguró que más de 400 aeronaves han sido neutralizadas, aunque no especificó el periodo exacto ni los detalles operativos de tales acciones.
“Los hemos obligado a replegarse. Siempre estaremos atentos, luchando contra esa forma perversa de dividir y fraccionar al Estado”, agregó.
Sin embargo, estas afirmaciones contrastan con las constantes denuncias internacionales sobre la complicidad del alto mando militar venezolano con redes del narcotráfico, como ha documentado la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito y medios como Infobae.
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¿Un país seguro o una burbuja oficialista?
Las declaraciones del ministro parecen más un ejercicio de propaganda que una evaluación objetiva de la situación. Venezuela continúa enfrentando una profunda crisis de seguridad ciudadana, con regiones enteras controladas por bandas criminales y megabandas armadas. Además, el desplazamiento forzado de millones de ciudadanos y el éxodo masivo son pruebas claras de que el país no es ni estable ni seguro.
Mientras tanto, la administración chavista continúa realizando actos públicos para proyectar fortaleza, pero los datos y la experiencia de los venezolanos reflejan una realidad muy distinta. El uso del aparato militar como instrumento de propaganda solo acentúa la desconexión entre el poder y la ciudadanía.
El silencio ante la violencia estructural
Organismos como Human Rights Watch han advertido que la militarización del país ha reforzado la represión y la impunidad. A pesar de los discursos del régimen, los niveles de violencia, secuestros y extorsión siguen siendo alarmantes, especialmente en estados fronterizos.
Los cuerpos policiales y militares —lejos de ser una garantía de seguridad— han sido señalados en múltiples ocasiones por cometer abusos y violaciones de derechos humanos, incluyendo ejecuciones extrajudiciales.
En conclusión, las palabras de Vladimir Padrino López representan una visión distorsionada de un país que vive una de las peores crisis humanitarias y de seguridad en su historia. Mientras el régimen intenta proyectar poder y control, la realidad diaria de millones de venezolanos lo contradice rotundamente.